¿El final del sacrificio?

La bahía de Quintero-Puchuncaví es la más antigua de las “zonas de sacrificio” de Chile. Se trata un área industrial que se instaló ahí con sus chimeneas y gases en la década de los sesenta. En aquellos años se apostaba por impulsar el desarrollo económico de Chile y la región a través de la humeante industria. Mientras más humo, más actividad y empleo y etcétera. En este lugar operan hoy decenas de planteles industriales que incluyen termoeléctricas, petroleras y plantas químicas. La extrema e intensa contaminación que provocaron estas industrias en el aire, agua y suelo, terminaron con la vida de muchos habitantes de la comuna. Graves episodios de intoxicaciones masivas en colegios y escuelas del sector, cantidades indeterminadas de abortos espontáneos se prolongan hasta hoy. La novedad: hace un par de semanas, se cumplió la promesa de cerrar la fundición Codelco Ventanas. Se completaba así un triunfo dentro de una larga guerra de la comunidad por mejorar la calidad de vida de niños y adultos que ya resisten más la polución de su entorno natural. Innumerables alertas ambientales marcaron la historia de estos "paraísos de contaminación" como también los llaman. Sumado al triste episodio del suicidio (en extrañas circunstancias) del activista medioambiental Alejandro Castro "El Mecha" en Octubre del 2018, a un costado de la línea férrea en Avenida Errázuriz en Valparaíso. Las fotos de esta crónica son de archivo y forman parte de la memoria visual de las más recientes y visibles batallas de una comunidad que se resiste a morir sin pelear. El 31 de Mayo de este año las comunidades de Quintero y Puchuncaví ganaron una demanda histórica: el cierre de la fundición Ventanas de Codelco, la que para muchos es la principal fuente de contaminación en la zona y la más peligrosa para la salud humana. Fueron 58 años de toxicidad que terminaron -al menos en una parte- al apagarse el horno de la fundición y encenderse la esperanza de un mejor futuro.