Puerto en Cuarentena

Valparaíso entró en cuarentena el día viernes 12 de junio. Diversos expertos, autoridades y sobre todo quienes llevan guardados en sus casas desde marzo, venían pidiendo desde hace varias semanas la medida ente la explosiva expansión de los casos de Covid-19 en la comuna. Tras 10 días de cierre parcial (acá tampoco la cuarentena se respeta 100%), la ciudad luce más despejada que de costumbre. La Avenida Alemania luce prácticamente desierta salvo por un par de cuadrillas de obreros reparando veredas, el camión del gas y la micro O que también circula con muy poca gente en este nublado final de junio. Por acá nadie cree que la cosa vaya a terminar pronto. Con un gobierno central que quiso apostar por fórmulas intermedias que en ninguna parte del mundo se habían aplicado, ahora deberá lidiar con un largo invierno que se proyecta hasta fines de año en términos económicos, sanitarios y sociales. Porque tras un comienzo que se auto promovió como auspicioso, la pandemia se les fue de las manos a las testarudas autoridades nacionales que no prestaron oído a las advertencias y que tras un cambio de ministro de Salud intenta recuperar –hasta ahora sin éxito- la llave maestra para cualquier estrategia que se impulse desde el Estado: la credibilidad. A nivel local, el panorama se puso denso el lunes 22 de junio cuando un grupo de pobladores de Rodelillo, en la parte alta de la ciudad, sacó por la fuerza desde los transportes escolares destinados a su distribución, cajas con mercadería destinada a los vecinos del mismo sector, en una acción donde se mezcló la violencia con la desesperación. El centro de la ciudad luce más limpio sin porteños. Los perros se multiplican en levas numerosas y febriles. Los troles circulan semi vacíos. En el borde costero las aves parecen extrañar a los humanos y sus desechos. No son pocas las carpas y chozas adornadas con la bandera nacional que se ven en bandejones centrales que la policía y los marinos omiten. La circulación de automóviles se ha reducido, pero el mediodía no es el mediodía de una ciudad en cuarentena. En las noches las ambulancias. En el día las carrozas fúnebres. Quizá la imagen más dramática de la cuarentena en Valparaíso sean las largas filas de porteñas y porteños que se observan en el sector financiero de la ciudad. Muchos adultos mayores. Expuestos al sacrificio, reflejan a esta aldea costera vieja y pobre del sur del mundo, abandonada a su suerte y esperando como todos los viejos pobres del mundo, lo peor.