Tinta porteña

Varios años han pasado desde que tener un tatuaje en el cuerpo era símbolo de marginalidad en Chile. Luego de ser patrimonio de marineros y bajos fondos, hoy la tinta en la piel es sólo una de tantas expresiones de identidad popularizada con la ruptura de los tabúes que marcaron la moral humana hasta el siglo XX. La mejor muestra son las postales que dejó la primera Expo de Artes y Tatuajes de Chile, encuentro en el que se ratifica el body art como un espacio relevante de la cultura urbana chilena. El Chile post-dictatorial, oscurantista y conservador, ese que gritaba ante la irrupción de muchachos con el cuerpo pintarrajeado en los 90 ha ido cambiando gracias a las nuevas generaciones que abrazan la intervención corporal en todas su formas para ir transformándose, de a poco, en lo que se desea ser ante la mirada propia y la de los demás. Familias enteras, madres e hijos y los aficionados más rudos del tatuaje se dieron cita en Valparaíso junto con representantes del tatuaje de categoría mundial en un ambiente que ofrecía lucha libre, muestras de skate y slackline, música en vivo, una muestra fotográfica y un patio de comidas coronado por una amplia gama de cervezas artesanales. La piel como lienzo sedujo a los aborígenes en todo el mundo. Es en las culturas indígenas de la polinesia donde los marineros más avezados de la antigüedad encontraron la inspiración para marcar su cuerpo. Vale la pena preguntarse entonces cuál es el impulso que hoy, a inicios del siglo XXI, seduce no sólo a la juventud, sino a distintas generaciones, a marcar su piel con tinta tal y como hicieron sus antepasados hace ya tantos siglos y cuyos ecos resuenan hoy en la Expo de Arte y Tatuajes.