21 de Mayo y la ciudad de Valparaíso amanece tras las rejas.

Este año el tema de fondo en las calles es el asesinato hace una semana de dos jóvenes manifestantes.

También es oportunidad para visualizar otras demandas, como la habitacional, liderada por la ex candidata presidencial Roxana Miranda.

La policía planifica la posterior represión.

La justificación de siempre: los manifestantes comienzan a quebrantar el orden.

Ex presos políticos en huelga de hambre también sufren el impacto de la acción de las fuerzas especiales.

Casi sin familias fue la marcha de este año.

Rodrigo Avilés es el estudiante que sigue en estado grave en el hospital tras caer producto del chorro del guanaco.

En la casa del imputado por el homicidio de los dos estudiantes sufre también la ira de algunos manifestantes.

Valparaíso tras las rejas en un nuevo 21 de mayo.

Apenas termina la protesta, los funcionarios intentan poner en orden la ciudad otra vez.

Apenas termina la cuenta pública, se reponen las rejas que separan a la gente de la calle con los políticos profesionales.

21 militante & militar

Valparaíso se convierte todos los 21 de mayo en el epicentro de la política chilena, tanto dentro como fuera del Congreso Nacional. También, y pese a estar a cientos de kilómetros de Iquique, es la ciudad donde se concentran los homenajes a las denominadas "glorias navales" de la Armada. Siempre es así: cuenta pública, protestas, desfile. Un guión bien aprendido por todos pero que este año tuvo elementos especiales. Dentro del Congreso, la presidenta Bachelet enfrentaba su segundo discurso de cuenta pública y toda la denominada clase política tuvo que asumir que se encuentra en el momento más bajo de descrédito y rechazo de la ciudadanía, con casos de corrupción y financiamiento irregular de la política, entre otras vainas. Así y todo, se juntan en el salón de honor del parlamento a aplaudir con más o menos ganas los anuncios y los balances presidenciales. En las calles la cosa no es distinta. Vamos por parte. Aunque casi no sale en los diarios, el desfile de la Armada se realiza con todo el ceremnial posible. Y a los marinos les gustan las ceremonias. Este año había un dato distinto porque todavía flotaba en el ambiente la casi polémica generada tras conocerse de la existencia de medallas conmemorativas del golpe de 1973 en el uniforme naval actual. Las piezas en el pecho identifican a quienes actuaron en ese operativo militar en contra de otros chilenos. Vaya motivo de orgullo. En la calle para el lado de las protestas hubo poca gente. Se observó una escasa presencia de personas comunes y corrientes junto a sus familias. En general se trató de una marcha de militantes que con sus banderas atadas a largas cañas o tubos de PVC cantaban y tocaban el bombo como si esto fuera un clásico del fútbol argentino. Muy bien la participación juvenil y la alegría en la protesta, pero a ratos se nota la influencia de allende Los Andes. Decimos que fue una marcha de militantes porque quedó claro que las personas sin militancia ni activismos claros se urgieron tras los balazos criminales que la semana pasada terminaron con la vida de dos jóvenes de la Universidad Santo Tomás. No llegaron familias completas ni personas independientes felices de marchar. Quizá por lo mismo, porque acá todos sabían bien a qué venían, el choque con la policía pareció a ratos más rudo de lo habitual. Por una parte militantes más compromeditos con la causa y con algún tipo de organización y por otro fuerzas especiales que saben muy bien como exagerar la nota y lisa y llanamente caer en el abuso policial. Este 21 de mayo, a lo menos dos jóvenes manifestantes sufrieron lesiones graves por el descriterio de los carabineros y sus altos mandos y de quienes mandan al alto mando desde La Moneda. Nuevamente se respondió con descriterio a una manifestación donde el 90% de los jóvenes no viene en plan enfrentamiento. A ratos la cosa se salió de las manos y eso que no se detectó la presencia masiva de menores de edad como en otras protestas. Parece que los papás no dejaron ir a sus hijos a pelusear. También se persiguieron con la muerte de Exequiel y Diego, quienes sin duda pensaban todo lo contrario: que la calle sirve para más cosas que sólo para ir y volver de la pega. Que hay que ocuparla también para manifestarse y que ese uso no tiene por qué ser violento, ni por parte de quienes marchan ni menos por quienes deben cuidar el orden público.