Primer Amor

En medio del oscuro panorama que ofrecen las malas cifras de lectoría en nuestro país, emergen luces de esperanza a través del único mecanismo viable para promover las ganas de leer: el ejemplo del entorno adulto. Porque el amor por los libros no se aprende por medio de un proceso mecánico ni meramente académico. Menos por fuerza ni obligación. El amor por los libros se aprende cuando se ve leyendo a quienes uno admira o ama. Cuando se observa a otros gozando la lectura, compartiéndola, comentándola, cuidando los libros como tesoros. Si no hay adultos amantes de los libros que hagan gala de ese amor, jamás tendremos niños que lean. Las imágenes que acompañan estas letras fueron registradas durante la más reciente versión de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Providencia (Santiago de Chile). Ahí quedó demostrado que frente a la oscuridad de la falta de lectores, emergen potentes luces: padres que quieren a los libros y los quieren también cerca de sus hijos. Padres lectores que quieren que sus hijos también los quieran cerca.