El Mercurio de Valparaíso fue objeto de un ataque con pintura.

Cuenta Regresiva

Desde que se separó la cuenta pública presidencial del desfile de las Glorias Navales, el 21 de mayo dejó de ser un dolor de cabeza para Valparaíso. Así quedó dividido el evento: el 21 es para los marinos, sus familias y para los amantes de los desfiles y los redobles marciales. El 1 de junio quedó para la cuenta presidencial. Y decir cuenta presidencial es decir rejas en las calles, desvíos de tránsito y suspensión de clases en la ciudad. Se supone que vendrían 8 mil personas a marchar contra un gobierno que se repite el plato tras hacerle la vida imposible a la presidenta anterior. Pero no llegaron tantos. ¿Mucho frío? ¿Mucho policía? ¿Mala fecha para protestar? Lo que sí superó los cálculos fue la extensión del mensaje presidencial. Piñera le puso play y no se detuvo en más de 2 horas. ¿Cómo puede durar tanto una cuenta pública de un gobierno que lleva 3 meses? Para hacerlo tuvo que reemplazar la cuenta de lo realizado (pocos resultados) con promesas de lo que se hará en estos cuatro años (muchas promesas). En el discurso pocas novedades. Mucho centralismo. Poco para las regiones. De hecho, la campaña para una #LeyValparaíso del alcalde Jorge Sharp, que apunta a que las empresas portuarias tributen en las comunas donde se ubican, no recibió mención alguna por parte de Sebastián Piñera. Un traspié comunicacional que el joven alcalde ya intentó revertir anunciando que insistirá en su propuesta que al menos en Valparaíso y otras ciudades puerto ha despertado interés. Mención aparte para el paso en falso del presidente que nuevamente demuestra que no puede controlar su lengua al momento de caer en comentarios que hoy más que nunca se escuchan fuera de lugar como el que le lanzó a la presidenta de la Cámara de Diputados Mayra Fernández, a quien le dijo “Tan linda que se ve y tan dura que es”. Un país completo conversando sobre feminismo y debatiendo sobre los piropos y el acoso y el primer mandatario parece desconectado de esa realidad. Claro, no faltaron los que en vez de criticar el gesto, consideraron los cuestionamientos como una exageración. Pero el horno ya no está para bollos. Ya no hay agua en la piscina para comentarios sexistas. En fin. Piñera parece no poder contra su naturaleza profunda. En las calles se esperaba más gente. Mucho contingente policial y hasta un escuadrón de fuerzas especiales integrado por mujeres que se supone estarían a cargo de controlar inminentes desmanes femeninos que no ocurrieron. En resumen, la elite política en el Congreso escuchando lo que venía a escuchar. Y como en las calles no hubo el alboroto previsto, los canales de televisión -que enviaron rostros a reportear el colapso que se esperaba- se vieron obligados a darle más tiempo al mensaje presidencial y las consabidas reacciones que no se alejaron del libreto ya escrito y estudiado.