Desafío Verde

Francisco Alarcón no nació en Valparaíso. Tampoco podría afirmarse que llegó a Wanderers con un gran cartel como jugador ni tampoco en el mejor momento del club. Pero algo hay en este jugador que lo hace distinto del promedio. En la cancha es sin duda uno de los más activos en el medio campo buscando recuperar el balón y hasta para aventurarse en ofensiva. Las plataformas digitales que cubren a Wanderers incluso le denominaron el “Arturo Vidal de Playa Ancha” tras un par de actuaciones en las que desplegó a todo vapor sus ganas de empujar al equipo al esquivo ascenso a la primera división durante la temporada pasada. Pero esta no es una crónica de periodismo deportivo, llena de lugares comunes y teñida de verde como casi todas las que se redactan desde el Puerto. Esta es más bien una nota sobre lo que los futbolistas pueden (¿deben?) hacer después de jugar y entrenar. Porque te puede gustar o no el fútbol. Puedes decir sin ruborizarte que no tienes idea y que lo encuentras fome (al deporte y a su apasionado hincha), pero su influencia cultural es indiscutible. Y si vives en Valparaíso, andar con la camiseta de Wanderers por la calle -sobre todo si eres niño- es un imán de miradas cómplices y gestos de buena onda de parte de desconocidos unidos por un club que es nada más y nada menos que el más antiguo del fútbol chileno. Entonces, cuando Francisco Alarcón -a diferencia de la gran mayoría de los futbolistas que parecen evadir los temas sociales y enfocarse en los temas capilares- propone abordar una de las principales problemáticas de Valparaíso como es el manejo de los desechos que generan las y los porteños, la fórmula no puede ser más virtuosa. Porque todos acá se alegran cuanndo gana Wanderers. Aunque sean hinchas de otros clubes. Y todos acá sienten vergüenza cuando dicen que Valparaíso es una ciudad sucia. Dos senderos se bifurcan en el jardín del (Val)paraíso: llorar o hacer. Y Francisco y la gente que le cree, escogieron hacer. Así nació el #ValpoChallenge: operativos de limpieza de zonas de la ciudad donde la oportunidad y las malas costumbres han hecho emerger microbasurales. El ingrediente clave: motivados por la idea, un grupo de jugadores de Wanderers se suma a una cuadrilla de trabajadores del aseo municipal (que de puro wanderinos vienen como voluntarios esta vez) y limpian el entorno de la desvencijada cancha de la población Juan Pablo II en la triple frontera que une a Rodelillo, el cerro Los Placeres y Viña del Mar. Junto a Francisco Alarcón, llegan a la actividad impulsada también por la Corporación Santiago Wanderers, en un vehículo provisto por el municipio, Luis García, Matías Marín, Luis Larry Valenzuela y Juan Soto, todos integrantes del equipo que el día del operativo marchaba líder e invicto en el torneo de la Primera B. La gente de la Juan Pablo II se asoma con curiosidad y alegría a observar. Les piden fotos. Saludos con sus celulares. Transmiten en directo por Facebook. Los jugadores se ponen las pilas. Ayudan a sacar colchones y botellas. Cargan el camión. Hasta juegan un rato a la pelota. Un poco más allá un grupo de jóvenes no pesca. No les gustan las cámaras. Se persiguen un poco. Pero hasta ellos saben que es mejor vivir en un barrio limpio y que la basura que hoy recolectan los wanderinos proviene de los mismos departamentos donde viven ellos y sus vecinos. Al final, el resultado del desafío no vale tanto por las toneladas de basura extraída como por lo positivo de la fórmula.