Los pescadores artesanales de todo Chile retoman las protestas.

Y el adversario es uno y el de siempre: la pesca de arrastre industrial.

En un contexto de crisis permanente, la manifestación ahora es por el acceso a la pesca de la jibia.

La guerra de la jibia

Jorge es pescador artesanal de los de verdad. Su papá también lo era. Aunque debería estar en la Caleta El Membrillo, hoy recorre la ciudad vendiendo ropa en cuotas a gente del comercio porteño. “Ahora hay que moverse en otras cosas porque de la pesca ya no se vive”, explica. Al igual que él, cientos de familias de Valparaíso vinculadas a la pesca tradicional han tenido que explorar otras formas de ganarse la vida desde hace por lo menos una década cuando este sector, por diversas razones, comenzó un sostenido declive que hoy amenaza seriamente con hacerlo desaparecer para siempre. El colapso de la pesca artesanal tiene su origen en variados factores que van desde procesos asociados al cambio climático y la imprevisión de parte de los propios pescadores, pero por sobre todas las cosas, se origina en un marco legal que privilegia la depredación de los recursos por parte de los grandes grupos pesqueros y que al mismo tiempo ha arrinconado a los artesanales dejándolos al borde de la inviabilidad. En ese contexto, el miércoles 2 de julio, más de mil pescadores artesanales venidos de todo el país se dieron cita en Valparaíso para aunar una posición ante el más reciente capítulo de esta tragedia productiva que viven hoy: la forma en que se está distribuyendo entre pescadores artesanales e industriales el acceso al último recursos relativamente comercial que pueden extraer desde el mar para la gente de las caletas: la jibia, un molusco hasta unos años desestimado por la pesca, pero que hoy representa prácticamente su único camino a la sobrevivencia. Los pescadores artesanales se movilizan porque tras presiones de los industriales, se estaría revirtiendo una condición de pesca “manual” de la jibia que les dejaría más margen de maniobra. Dicha revisión de la norma dejaría nuevamente a los grandes pesqueros y su técnica de arrastre prácticamente con todo el recurso, literalmente, atrapado en sus redes. Así las cosas, diversas organizaciones de pescadores artesanales salieron a la calle en Valparaíso reclamando por este nuevo golpe bajo contra sus intereses. Y lo hicieron en un lugar clave: la Caleta Portales, punto neurálgico para el transporte público entre Viña y el Puerto. La protesta generó un colapso vial que afectó a miles de habitantes de la zona. La estación de trenes del lugar también sufrió con la protesta debiéndose suspender el servicio durante un par de horas. La policía sabe que los pescadores no se andan con chicas. Todavía en la retina están las imágenes de un bote en llamas entrando a un salón del Congreso y los duros remos de madera rompiéndose sobre los cascos de las Fuerzas Especiales. Así las cosas, los pescadores artesanales de todo Chile se seguirán movilizando atentos a lo que se resuelva a mediados de julio, cuando la guerra de la jibia viva un nuevo capítulo dentro de las redes de poder.