Oxígeno democrático

Fue sin duda la gran noticia electoral de la jornada. En Valparaíso, ciudad abandonada, se imponía Jorge Sharp, un desconocido hasta hace un par de meses (y hasta ahora incluso para miles de porteños). Claro, los canales de TV con oficina en Providencia le dieron más bola las disputas en la Región Metropolitana (Santiago, Providencia, Maipú, etcétera). Hay que decir que tampoco le dieron mucha bola a Sharp durante la campaña. Las cámaras se fueron todas sobre Leo Méndez, DJ Méndez, la carta de la Nueva Mayoría en el Puerto y cuya campaña sufrió inicialmente duras críticas -no ajenas al clasismo- y terminó ganándose el apoyo de un amplio grupo de personas que al igual que el electorado de Sharp tenían en mente sacar de su cargo al actual alcalde Jorge Castro tras dos períodos en los que Valparaíso siguió avanzando hacia ninguna parte. Otro grupo de "anti castrisas" se unió bajo el paraguas de "lo ciudadano" y echó adelante una dinámica de primarias que aunque se desarrollaron sin el factor vinculante detrás, sí sirvieron para movilizar a cerca de 5 mil porteñas y porteños. Sin duda, fueron esos electores motivados por el discurso ciudadano quienes multiplicaron su influencia -especialmente en redes sociales- e hicieron crecer su opción hasta convertir a Jorge Sharp en el futuro alcalde de Valparaíso con cerca del 54% de los votos. Los canales con sede en la capital calificaban de "sorpresivo" el triunfo de este abogado nacido en Magallanes hace 31 años y que fue dirigente estudiantil igual que Gabriel Boric y Giorgio Jackson, dos que se la jugaron por él también. Con todo, el triunfo de Sharp deja varias lecciones. Primero que es posible derrotar los esquemas políticos tradicionales que han dominado las comunas de Chile en las últimas décadas. De hecho, más gente votó por él que toda la que lo hizo por Méndez y Castro juntos. En segundo lugar es un voto de castigo para la gestión del actual alcalde UDI, quien sin duda comenzó a hundirse tras el mega incendio del 2014 cuando le preguntó molesto a una víctima del fuego si acaso él lo había invitado a vivir en la zona de la tragedia. En un último episodio que revela lo previsible de su derrota, publicó un burdo aviso de campaña en prensa en el que denostaba sus dos rivales. Un tercer factor a considerar luego del triunfo de Sharp es que éste logró movilizar a un electorado que hace rato le dio la espalda a la política tradicional. Acá en Valparaíso pesó más la idea de poder sacar a Castro a través de las urnas que los llamados a no votar. Si el propósito tomaba la forma de un joven profesional no venido de los cuadros políticos clásicos, tanto mejor. Probablemente mucha gente votó por Sharp sin saber que su postura es la de una izquierda de puño en alto y que busca cambiar el actual modelo neoliberal. La opción de Sharp se impuso porque creyó en el camino más largo pero más sólido de prestar oído a los ciudadanos. Porque no es verdad que la gente no quiera votar. Lo que no quieren hacer es votar por los mismos del duopolio político de la post dictadura. El triunfo de su alternativa representa -más allá de los contenidos de su programa- una dosis de oxígeno al asfixiado sistema democrático chileno que al menos en Valparaíso gana en legitimidad versus lo que pudo observarse en buena parte del país este domingo 23 de octubre que al menos en el Puerto pasará a la historia como el día en que los porteños optaron por un cambio de rumbo que podría contagiar a todo Chile y que la historia recordará que comenzó en Valparaíso y con los porteños.