Sororidad Porteña #8M

La irrupción de las demandas feministas es el principal fenómeno socio cultural de las últimas dos décadas en Occidente. Quien lo dude vive como hermitaño o de espaldas a lo humano. La convocatoria del Día Internacional de la Mujer 2019 fue global y masiva. En Chile también. En Valparaíso, la marcha del #8M convocó a más personas que ninguna otra de la que se tenga memoria reciente. Casi puras mujeres. Casi. Algunos varones no entendieron o no quisieron entender que no estaban invitados. Como sea, una marcha con 30 mil participantes y muchos colores y gritos y pancartas creativas y novedosas. Se notaba en el ambiente con claridad y sonoridad que estábamos frente a una protesta con sentido histórico. Una protesta diferente. O casi. Porque al final de la manifestación, Carabineros aplicó su descriterio de siempre (ordenado desde el gobierno de turno) y priorizó la recuperación del tránsito vehicular por Pedro Montt en un día viernes en vez de esperar a que la marcha más pacífica de los últimos tiempos teminara solita. Sorora. En paz. No pues, había que corretear, mojar y asustar a las mujeres presentes. Incluso con personal femenino con cara de susto tras los cascos de Fuerzas Especiales. Claro que en Valparaíso nadie esperaba otra cosa de una de las instituciones más cuestionadas del Chile actual. Si no han sido capaces de controlar fraudes, montajes burdos y disparos homicidas desde sus filas, es difícil que sepan leer el cambio de tendencias histórico que implican las demandas de las mujeres por un mundo más igualitario y menos aterrador como todos sabemos que nos merecemos.